Mientras escribo este artículo, "muchas personas están comiendo nabos" en Reino Unido. Lo dijo, en febrero, Therese Coffey, secretaria de Estado de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales, que recomendó a sus ciudadanos "comer nabos" ante la escasez de "tomates, pepinos y lechugas" en los supermercados británicos (Tesco, Morrisons, Sainsbury’s o ALDI) por escasez de hortalizas debido al "mal tiempo" en España y Marruecos.
En efecto, el invierno inestable (heladas, calor, cambios bruscos de temperatura) ha afectado a la producción en la huerta murciana (un 25% de pepinos menos de lo previsto), pero hay más factores que explican el drama inglés. Según la Asociación de Productores-Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región de Murcia (Proexport), la culpa es también de las empresas británicas de distribución por exigir "precios cerrados" que ignoran el aumento de costes del campo.
Se trata de un bucle típico de la era ucraniana. La subida de los combustibles ha apagado algunos invernaderos del Reino Unido, mermando la ya de por sí baja producción local de hortalizas. Reino Unido importa el 95% de sus tomates y el 90% de las lechugas en invierno, según datos del British Retail Consortium. A su vez, la caída en la producción de la huerta española, ha tensionando la oferta murciana, inferior a la demanda internacional.
Según Datacomex, el año pasado, España exportó frutas y hortalizas a Reino Unido por 2.200 millones de euros Murcia es el principal exportador de lechugas de España (760.000 toneladas en 2020, el 68% del total).
En resumen, cuando la lechuga murciana se resfría, Reino Unido come nabos. ¿Tiene Murcia agarrada por el nabo a Inglaterra? Dicho así, podríamos hablar de éxito de la huerta española, pero el comercio internacional es hoy en día una ruleta caprichosa.
El sector agrario, el que más crece
Cifras de ocupados de 16 o más años en la Región de Murcia clasificados por ramas de los censos de 2021 y 2011. El INE no facilita algunos datos por secreto estadístico.
El meollo
Con los supermercados británicos en su tercera semana de escasez de hortalizas, el ministro de Alimentación, Agricultura y Pesca, Mark Spencer, se reunió este lunes con ellos para pedirles una "revisión de su relación con los productores" locales e internacionales para que no vuelva a pasar lo de este invierno. El ministro admitía implícitamente que algo había fallado además del tiempo en España.
Pero lo que Spencer solo sugirió, Fernando Gómez lo expresa claramente. Hablamos con el director general de Proexport sobre la geopolítica de las hortalizas murcianas.
¿Qué ha pasado?
Que los supermercados británicos han puesto el foco en España y Marruecos porque somos sus principales proveedores. A su ministra le han dicho lo del mal tiempo en España, que no es falso, pero oculta buena parte de la verdad.
"¿Por qué solo los supermercados británicos han tenido falta de suministro? ¿Será que han hecho algo mal?"
P. Vamos por partes: el tiempo.
R. Hasta diciembre hizo demasiado calor, lo que adelantó la producción de algunos productos. Pero en enero empezó un frío que, en estas zonas cálidas de España, suele durar pocas semana, pero esta vez se ha prolongado hasta marzo, lo que ha retrasado (¿un mes?) la producción de algunas hortalizas. La mezcla de un adelanto y un retraso, lógicamente, ha provocado un hueco en el mercado, pero no en el del Reino Unido, en todos los mercados. Ha habido reducción de hortalizas de invierno en toda Europa.
Pese a todo, la huerta española del sureste —Murcia, Almería y Levante— sigue siendo líder europeo de producción de hortalizas de invierno. Hemos salvado alrededor del 75% de la cosecha, más que Grecia, Portugal o Marruecos, obligada a cortar la exportación de tomates para no desabastecer el consumo interno.
P. ¿Tienen motivos para quejarse los británicos?
R. Si la disminución de la producción de la huerta española afectaba a todos los países europeos por igual, ¿por qué solo los supermercados británicos han tenido falta de suministro? ¿Será que han hecho algo mal?
P. ¿Lo han hecho?
R. Yo creo que sí. Han fallado en la planificación y en el aprovisionamiento, y tampoco nos han dado buen trato.
Mira, nosotros ya no somos el agricultor con boina de las caricaturas. Nosotros, la huerta española, damos de comer a millones de familias europeas. Para lograr eso, hace falta mucha planificación. Las lechugas no crecen de un día para otro. Las cadenas británicas tienen que ser más flexibles, no se puede imponer un precio único para todo el ciclo, hay que ir pactando semanalmente y según las circunstancias.
Un cliente que siempre te aprieta las clavijas con las condiciones económicas, acaba perdiendo atractivo. Los británicos no quisieron ofrecer un precio justo y pasó lo que pasó.
La mayoría de distribuidores europeos con los que tratamos (italianos, franceses, alemanes) han entendido que, en esta coyuntura de ralentización, tenían que hacer un esfuerzo. Nosotros hemos tenido que tomar decisiones, dosificar y repartir entre todos lo que había. Damos prioridad a los clientes leales, no a los subastadores oportunistas.
P. ¿Qué tal se llevan ustedes con la inflación de la comida?
R. Nosotros hemos sufrido todas las subidas que puedas imaginar, como la de los fertilizantes, dependientes del gas natural. Si la cosecha de este invierno se queda en un 75%, al pequeño agricultor hay que cubrirle de algún modo. Pero ojo: las empresas familiares y cooperativas del campo no ponen el precio final del producto en el supermercado. Eso lo hacen los grandes supermercados/distribuidoras. No es lo mismo.
La anomalía
Aunque el sector primario español ha aguantado en pie la última sucesión de crisis (covid, Ucrania, inflación), nadie se libra del rompecabezas de los mercados mundiales, como demuestra el nabogate, signo del tirón internacional de huertas como la murciana, pero también de lo precario de las coyunturas (inflación, energía cara, desajustes en la producción y en los suministros).
¿Cómo ha surfeado Murcia laboralmente las turbulencias en la cadena de distribución alimentaria? Miguel Martín, jefe del servicio de estudios económicos del Consejo Económico y Social (CES) murciano, señala que "los precios de piensos y fertilizantes en la huerta se han llegado a doblar", pero no cree que los precios finales de los supermercados sean "proporcionales y razonables".
Para Martín el empleo en Murcia tiene "gran volatilidad". Se destruye mucho cuando vienen mal dadas pero luego se recupera rápidamente, como está ocurriendo ahora. "En los últimos tres años ha habido un avance generalizado en el empleo en Murcia, sobre todo en los servicios", afirma Martín.
Al ampliar la imagen, para ver el peso del sector agroalimentario en Murcia, es necesario ir a lo macro y, por tanto, verse con José Colino Sueiras, catedrático emérito de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia.
Colina llega a la cita, en una céntrica cafetería murciana, con un folio escrito a boli y relleno de cifras por las dos caras. Viene con los deberes hechos. Son los números que explican la fortaleza y la debilidad del sistema laboral murciano.
¿Qué dice el folio de Colina sobre Murcia? Entre 2019 y 2022, el empleo creció el doble que en España, un 6%, aunque la subida se estancó en el último trimestre de 2022.
"El peso laboral del sector agrario sigue siendo muy importante, un 11'2%, es una anomalía: en España es el 5% y en la UE un 3%"
Pero el motor actual del empleo no es el campo, sino "los servicios". ¿Y las cosas del comer? "El peso laboral del sector agrario sigue siendo muy importante, un 11'2%, es una anomalía: en España es el 5% y en la UE un 3%". O la superespecialización del sureste español como huerta europea .
Colino destaca la dinámica emprendedora del empresariado del sector, que ha creado un sofisticado método de distribución alimentaria a escala europea apoyado además en la logística y el transporte.
Pero el éxito también tiene pies de barro.
El salario medio total es tres veces mayor: 19 euros la hora en Murcia (y 22'1 euros en España)
"Es un sector competitivo, pero de baja productividad e intensivo en mano de obra: los tomates no los recogen robots, sino personas [ahora sobre todo marroquíes] con bajos salarios", señala Colino, que tiene "dudas" sobre la conveniencia de que el sector agrario absorba el 11% del empleo regional, dada su baja productividad.
Más datos: en la huerta murciana se cobran 6,1 euros a la hora de media, por 6'4 en el resto del país [según Proexport, el salario por hora es ahora de 8,30 euros tras las subidas del SMI]. El salario medio total es tres veces mayor: 19 euros la hora en Murcia (y 22'1 euros en España). "El sector agricultor ha resistido notablemente bien las crisis, también la recesión de 2008, y es positivo que se cree empleo, pero es precario", zanja Colino.
No sin mi agua
Ningún artículo sobre la economía murciana puede ignorar el problema del agua: trasvase Tajo-Segura y colapso del Mar Menor. Agua y huertas. El trasvase es un elemento permanente de tensión y agitación política en Murcia.
Dos sentencias han respaldado esta semana la decisión del Gobierno de elevar el caudal del Tajo y disminuir el agua enviada al Mediterráneo para regar las huertas (y el consumo doméstico). La Audiencia Nacional tumbó el recurso de Murcia para aumentar el agua trasvasada a su región, mientras el Supremo rechazaba el de la Generalitat Valenciana. Las sentencias se han conocido en plena escalada del conflicto hídrico —recorte del agua transferida— que enfrenta a Castilla-La Mancha con las regiones mediterráneas. Las guerras del agua.
Habla un conocedor de las dinámicas de poder murcianas que prefiere no dar su nombre.
"La imagen de los miles de peces muertos flotando sobre el Mar Menor no la arregla ni Carlos Alcaraz"
1) "Que la agricultura es un sector fundamental en Murcia, no lo niega nadie, pero ¿es tan importante como para determinar toda la política autonómica? El lobby horticultor es tan influyente, está tan apegado a la identidad regional, que si sugieres que el Tajo necesita recuperar caudal, te acusan de atentar contra las esencias nacionales murcianas. Pero no solo es un problema político: la horticultura a estos niveles quizá no sea para siempre, y tapa otros sectores económicos que podrían ser más estratégicos a largo plazo".
2) "El lado oscuro de la huerta es la catástrofe del Mar Menor. Todos los estudios serios señalan que la horticultura extensiva del Campo de Cartagena ha sido un factor contaminante decisivo. La imagen de los miles de peces muertos flotando sobre el Mar Menor no la arregla ni Carlos Alcaraz"...
Resumiendo: el agricultor murciano atendió la llamada de la UE, se quitó la boina, montó una red de distribución europea de alimentos, agarró a los grandes supermercados británicos por el nabo y mantuvo unos niveles de empleo agrario de otras épocas. Pero los salarios precarios y las aguas turbias son un factor indivisible de la misma ecuación.
O como dice el catedrático Colino. "La economía es un asunto muy complicado".
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