El estudio de Teresa Fung y colaboradores, evaluó el riesgo de fragilidad en mujeres de una cohorte norteamericana seguidas durante al menos 20 años. Cuando compararon a las que tomaban más frutas y hortalizas con las que consumían menos, hallaron que la que consumían más, tenían un 8% menos de riesgo de presentar al menos 3 de los 5 factores asociados a la fragilidad considerados en el estudio (presencia de fatiga, poca fuerza, baja capacidad aeróbica, tener ≥5 enfermedades y ≥5% de pérdida de peso no intencional). Ese impacto en la reducción del riesgo fue significativamente mayor en las mujeres que, además, tenían un mayor nivel de actividad física, llegando la reducción del riego hasta el 32%. En cuanto a los factores de la fragilidad, la fatiga fue la que más se asoció con el consumo de fruta y hortalizas, de modo que el riesgo de fatiga podría ser de hasta un 9% menor en las mujeres que consumen más frutas y hortalizas. También se analizaron el papel de frutas y hortalizas concretas, hallando una asociación mayor con las hortalizas de hoja y las amarillas y en frutas, peras y manzanas.
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