La adolescencia es una etapa de la vida donde la intervención temprana y la promoción de una alimentación saludable son cruciales. Además, las desigualdades sociales se reflejan en la calidad de la dieta, en concreto sobre el consumo de frutas y hortalizas, de los más jóvenes observando con un consumo significativamente menor en los grupos de menores ingresos. Para medir los factores clave que pueden influir en el consumo de hortalizas en los jóvenes, la revisión sistemática Bel-Serrat, et al., aborda esta cuestión mediante el análisis de estudios realizados en EE.UU, Australia, Irlanda y Nueva Zelanda, entre 2013 y 2020, sobre adolescentes de entornos desfavorecidos y el consumo de hortalizas.
Los autores identificaron 39 determinantes del consumo de hortalizas que agruparon en factores personales, relacionados con la familia y los compañeros, relacionados con la escuela, relacionados con la comunidad y relacionados con las políticas. Tras el análisis de los datos, uno de los resultados más relevantes fue que los conocimientos sobre nutrición y salud no son tan influyentes en el consumo hortalizas, y que las intervenciones destinadas a promover el consumo con un enfoque exclusivo de educación nutricional pueden no ser efectivos, mientras que basada en la participación activa de los adolescentes y sus pares, podrían tener más éxito.
Para resto de determinantes no fue posible extraer conclusiones pues no hubo suficientes estudios que investigaran los mismos determinantes. Así, como resultado también relevante los autores concluyen que existen importantes lagunas en la investigación que deben abordarse para orientar con éxito las intervenciones de salud pública en este grupo de población.
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