EDITORIAL

El concepto de unos límites planetarios que no deberían sobrepasarse para ofrecer un espacio operativo seguro para la humanidad fue propuesto por primera vez por un grupo de 28 investigadores internacionales liderados por Johan Rockström en 2009. La propuesta incluía la definición de 9 procesos fundamentales: cambio climático, integridad de la biosfera, cambio de uso del suelo, uso del agua, ciclo del nitrógeno y fósforo, acidificación de los océanos, carga de aerosoles atmosférica, agotamiento del ozono estratosférico y la contaminación química. Además, incluían unos umbrales o límites para estos procesos fundamentales y una cuantificación de los mismos. En una actualización reciente, Richardson et al., 2023, reportan que se han sobrepasado 6 de los 9 límites planetarios. Únicamente, la acidificación de los océanos, la carga atmosférica de aerosoles y el agotamiento del ozono estratosférico estarían dentro de los límites de un espacio seguro para la habitabilidad del planeta. La producción de alimentos en general y la agricultura en particular han contribuido de forma significativa en la transgresión los límites planetarios relacionados con la integridad de la biosfera (pérdida de biodiversidad) o los ciclos del nitrógeno y fósforo. Además, la agricultura es uno de los principales factores que afectan al cambio de uso del suelo, el uso del agua y el cambio climático (Campbell et al., 2017). Sin embargo, esta contribución no es homogénea para todos los sectores agrícolas, productos, alimentos o regiones. Poore y Nemecek, 2018 en un análisis del impacto ambiental de la producción de alimentos, incluyendo las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso del suelo, la acidificación terrestre, eutrofización y el uso del agua ajustado a la escasez de cuenca hidrográfica, analizando datos de aproximadamente 38,700 explotaciones agrarias en 119 países y 40 productos alimentarios, muestra la gran diferencia de impacto ambiental entre productores con variaciones de hasta 50 veces para un mismo producto. Por otra parte, el estudio pone de relieve, el mayor impacto ambiental, en general, de los productos de origen animal con respecto a los de origen vegetal. Concluyen además la importancia que los productores monitoricen sus propios impactos ambientales y comuniquen estos impactos a los consumidores. Para la monitorización de los impactos y la sostenibilidad se han propuesto diferentes esquemas. En una revisión de los diferentes sistemas disponibles, Schader et al., 2014, después de comparar más de 35 esquemas, insiste en la necesidad de una definición adecuada de la sostenibilidad de las explotaciones y los indicadores de impacto ambiental con el fin de poder comparar resultados. El sector de frutas y hortalizas, paralelamente a los logros conseguidos sobre la variedad, calidad y seguridad de sus productos, y a pesar de no ser de los productos alimentarios de mayor impacto ambiental, debería continuar profundizando en la adopción de prácticas de menor impacto para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, reducir el uso del agua, aumentar la protección de la biodiversidad o minimizar los efectos negativos en el ciclo del nitrógeno y fósforo. El sector de frutas y hortalizas ha sido pionero en la implementación de la Producción Integrada y/o la Producción Ecológica y debe continuar mostrando el liderazgo en este ámbito mediante la adopción de esquemas de monitorización del impacto ambiental, comunicando estos esfuerzos al siguiente eslabón en la cadena de valor y finalmente al consumidor, contribuyendo de esta forma a mantener el planeta en un estado operativo seguro para todos.