El cambio climático está teniendo un impacto profundo en la agricultura a nivel global y representa actualmente uno de los mayores desafíos para el sector agroalimentario. Las alteraciones en los patrones climáticos, como el aumento de temperaturas, las sequías más prolongadas, las lluvias intensas y las tormentas más frecuentes, están afectando tanto la producción de alimentos como la seguridad alimentaria, y los agricultores, especialmente aquellos en regiones vulnerables, deben adaptarse a un entorno cada vez más impredecible.
Ser conscientes de esta realidad no implica necesariamente ser derrotista, pero sí obliga a plantear nuevas estrategias en los sistemas agrícolas actuales, y supone afrontar, mediante la investigación, el reto de dar respuesta a estas necesidades. La investigación y la innovación en agricultura van a ser cruciales para desarrollar soluciones que ayuden a los agricultores a mitigar estos efectos y garantizar la seguridad alimentaria.
Los efectos directos del cambio climático sobre la producción de alimentos son varios, pero algunos de los más visibles son la reducción de la disponibilidad de agua, mayor presencia de plagas y enfermedades, y disminución del rendimiento de algunos cultivos. Una de las estrategias que se afrontan desde la investigación, es la preservación y el conocimiento de la biodiversidad contenida en el material vegetal hortofrutícola disponible. Esta diversidad es fundamental para tener alternativas y capacidad de responder a nuevas necesidades, a través de la búsqueda de genotipos más adaptados a los nuevos escenarios, como la resistencia a enfermedades, tolerancia a la sequía o adaptación a los cambios de temperatura. Además, el estudio de la diversidad y el conocimiento de la base genética de los caracteres de interés son el punto de partida para desarrollar, mediante la mejora genética, nuevos materiales que den respuesta a las nuevas necesidades.
Además del estudio de la biodiversidad y los programas de mejora genética, el conocimiento de determinados procesos fisiológicos que condicionan la producción hortofrutícola es fundamental para lograr una mayor optimización de la productividad y calidad de las producciones. En algunas de estas investigaciones, se ofrece un análisis actualizado y exhaustivo de los retos a los que se enfrentan varias limitaciones abióticas y bióticas en el crecimiento y la calidad de la fruta, incorporando los últimos avances científicos en este campo que pueden ayudar a minimizar este impacto en el rendimiento de los cultivos frutales. Algunas de estas alternativas, como por ejemplo el cambio de cultivares o incluso de especies en el caso de plantaciones de zonas templadas, supone un reto considerable para agricultores y profesionales y pueden implicar, en ocasiones, decisiones radicales.
Así pues, aunque las consecuencias del cambio climático ya están afectando a la agricultura, los esfuerzos en investigación e innovación están aportando soluciones tecnológicas, prácticas agrícolas y políticas que pueden ayudar a mitigar sus efectos. La investigación frente al reto del cambio climático va a ser fundamental para entender y mitigar sus efectos y adaptarnos a los nuevos escenarios.
Pilar Errea Abad
Directora Gerente e Investigadora del Centro de investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA). Miembro del Comité Científico de la Asociación “5 al día”.
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