El propósito de Murini y colaboradores en su revisión sistemática fue identificar los factores que se asocian con el éxito de las intervenciones de educación nutricional en el entorno escolar. Establecer hábitos alimentarios saludables en la infancia, como el consumo diario de frutas y hortalizas, tiene un gran impacto en la salud, pues trascienden a la edad adulta. A pesar de la evidencia convincente de que la educación nutricional tiene el potencial de influir en las elecciones dietéticas de los niños, mejorar la salud y mejorar el rendimiento académico, las características específicas de los programas efectivos para lograr estos resultados, no están claramente definidas De los 41 estudios incluidos, 26 iban dirigidos a niños de primaria, y el resto se repartieron entre los dirigidos a niños en edad preescolar y de secundaria. Casi la mitad (46%), reportó haber cumplido los objetivos principales de la intervención, el 7% no los logró, y el resto, lo hizo parcialmente. Entre los factores determinantes para el éxito destaca la participación de las familias en talleres de alimentación saludables que sirvieron para identificar las prácticas alimentarias que debían modificarse en casa; sin embargo, las actividades online o materiales digitales para las familias, no fueron efectivas. Establecer objetivos medibles y específicos, como el consumo de frutas y hortalizas, también contribuyó a alcanzar las metas, por ejemplo, en uno de los estudios en los que el objetivo era aumentar la ingesta de frutas y hortalizas en al menos un 20%, llegaron a duplicar su ingesta habitual (54%); otros objetivos medibles fueron los conocimientos y los parámetros antropométricos. Otro factor clave fue la participación de profesionales de la nutrición en las intervenciones y la formación a los educadores, por ejemplo, en cocina y degustación de alimentos. Los participantes en este estudio aumentaron su ingesta de frutas y verduras en un 54%. Finalmente, la duración de al menos 6 meses en la intervención, así como la adaptación de las actividades a la edad de los escolares, por ejemplo, mediante el juego, fuero determinante para conseguir objetivos en primaria e infantil. En las dirigidas a adolescentes, fue clave la modificación de los entornos alimentarios, para aumentar la disponibilidad de alimentos saludables, como las frutas y hortalizas.
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