La evidencia científica apunta a que los huertos escolares pueden facilitar a los escolares una mayor competencia para seguir una alimentación saludable. Los autores de esta revisión sistemática evaluaron hasta qué punto se pueden modificar los conocimientos, actitudes y prácticas alimentarias en niños y niñas que participan en programas de promoción de la salud que incluyen huertos escolares. Ling Chan y colaboradores seleccionaron 35 estudios que involucraron a un total de 25.726 estudiantes de 341 escuelas y 8 guarderías de 12 países, que participaron no solo del cuidado del huerto, sino también en clases de cocina y educación nutricional. Los resultados indicaron que había efectos beneficiosos en los conocimientos de nutrición de los escolares, en sus actitudes para aceptar las frutas y verduras y aumentar su consumo y la diversidad de la dieta. No obstante, se observó que estos resultados dependían en gran medida de factores como la duración de las actividades, a la edad de los niños y niñas y la participación de las familias. Así, los autores concluyeron que, aunque existe evidencia de la potencialidad de los huertos escolares en la mejora de las competencias de los alumnos en alimentación saludables, los programas deben tener un enfoque multidisciplinario combinado dirigido a los niños, los padres y la comunidad para que tengan un mayor impacto en la salud de los escolares.
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